Los procesos de despoblación demográfica que se vive en el rural unidos la abrupta desagrarización que se produjo en la última mitad del siglo XX tiran una fotografía del en nuestro rural donde se vislumbra una profunda desigualdad al hablar de la situación de la mujer.
Uno de los fenómenos que tiene mayor repercusión es lo que podemos denominar como el proceso de masculinización. En este sentido, "cuando hablamos de masculinización rural nos referimos a un desequilibrio demográfico que se concreta en un déficit de mujeres respeto a la proporción que naturalmente debiera existir entre los de los sexos o razón biológica" (Camarero, L. 2009, pág. 50).
Según el informe "Conclusiones. Condiciones de Vida y Posición Social de las Mujeres en el Medio Rural" (MARM, 2009) en el año 2008 en medio rural español residían 104 hombres por cada 100 mujeres, un número muy superior al del conjunto del estado (98 hombres por cada 100 mujeres). Y este fenómeno tiene una mayor repercusión cuando se produce en aquellas generaciones que deberían tomar el relevo (20-35 años) e incluso las que forman el grueso de la población activa (35-49 años).
¿Por qué se produce este fenómeno? ¿Cuáles son las causas que llevan a poner en riesgo la sostenibilidad del medio rural en nuestro país? De buenas a primeras, parece que tenemos que poner el foco en la feminización del éxodo rural. Por un motivo o por el otro, la proporción de mujeres que deciden emigrar desde el campo a la ciudad es mayor que de hombres.
La enfoque de género se intuye fundamental. Los diferentes autores ponen encima de la mesa diferentes causas. Una de las primeras que hay que tener en cuenta es el desarraigo que viven las mujeres en una sociedad rural en la que predominan las estructuras patriarcales y una economía de base familiar lo que va a impedir una visibilización de las tareas tradicionalmente atribuidas a ellas. El resultado va a ser el surgimiento de estrategias de huida, especialmente entre aquellas que disfrutan de un mayor nivel de formación.
Por otro lado, en la última mitad del siglo pasado, con el paso de una economía rural tradicional a una agricultura profesionalizada, los empleos y las actividades tradicionalmente asumidas por las mujeres van desapareciendo. Son las propias familias las que van dibujando una estrategia vital en la que los varones van a asumir la dirección del negocio. El sistema educativo se convirte en la vía necesaria para acceder al mercado de trabajo, lo que podemos llamar cómo la "huida ilustrada" (Camarero, Sampedro y Vicente-Mazariegos, 1991).
No estamos hablando tan sólo de una situación de desigualdad género en el medio rural, donde las mujeres se ven obligadas a abandonar su circulo social y familiar. No hablamos sólo de esto, que ya tendría una justificación suficiente para fijar nuestra atención sobre él y poner encima de la mesa políticas que den solución al problema. Además ponen en tela de juicio la reproducción del modelo socieconómico rural y su sostenibilidad social de esta comunidades rurales en el tiempo.
En los últimos años se está viviendo en Europa el nacimiento de una nueva ruralidad, comienzan a surgir políticas de desarrollo rural que ponen el énfasis en la multifuncionalidad de los espacios rurales y que promueven la diversificación de la economía rural. Esta nueva manera de entender el rural y su desarrollo va a incorporar nuevas actividades y nuevos actores que van a abrir una ventana de oportunidades a la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo a través de roles más feminizados.
Las estrategias y las políticas de desarrollo rural que se están debatiendo en toda Europa deben contener necesariamente una estrategia de género. La sostenibilidad del medio rural pasa necesariamente por el empoderamento de las mujeres y en la lucha contra la desigualdad en todos sus aspectos, desde el laboral al reproductivo pasando por la representación política y su presencia en los diferentes núcleos de toma de decisión.
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